Y qué quieres que te diga, no hay más,
ya la piedra choca, golpea fuerte,
siempre con mi terquedad de cruzar
todos los silencios y diligencias,
malas excusas de tu tierna boca,
que todo el tiempo, sin descaro, miente.
Nos quebramos, y la pared sigue,
continúa, terca, endureciéndose.
Ya sólo me queda el consuelo
de que el tiempo, como todo lo que toca,
la destruya antes que a nosotros.
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Hace 7 años
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