Llegaste, sin darme cuenta, a los 6 meses, la mitad de tu primer año. Ya te estiras intentando seguir mis pasos y los de tu padre.
Has sido lo más hermoso que me ha pasado en la vida. Sentirte dentro de mí enroscadita como un chanchito de tierra acomodándote por las noches era apenas un síntoma, pero ser tu canal a la vida ha sido lo más alucinante y transformador que he vivido, verte nacer con tus cejitas, tus labios de corazón, tus inmensos ojos y esos pies de dedos largos fue indescriptible.
Por más que leí lo más que pude para prepararme, no entendí nada hasta que lo viví. Y debo admitir que no fue fácil, porque me desestabilicé y todo me hacía llorar, me sentía incapaz de procesar todo lo que estaba viviendo, y es que cualquier expectativa era absolutamente alejada de la realidad, sólo te tenía a ti guiándome, aferrada a mí como única persona capaz de asegurar tu sobrevivencia.
Pasaron los días, las noches y logramos acoplarnos y conocernos lentamente, aprendiste a confiar a mí y yo aprendía confiar también. Acepté mi nuevo rol, con más estabilidad, menos miedo de todos los cambios que estaba viviendo, y con más amor del que nunca pensé que iba a sentir, aprendí a mirar con la sorpresa de tu mirada.
Tu existencia es para mí un cable a tierra que me conecta con la vida, con el día a día, con mis propios sentidos que se han transformado en tu cobijo, porque mi vida entera ha girado a ser para ti, soy tu lugar seguro y tú eres el mío. Sé que conoces el mundo a través de mí y proceso todo lo mejor que puedo para mostrártelo, porque de verdad hago lo mejor que puedo todos los días, espero estar a la altura de tu alegría, de tu confianza y de tu ternura.
Sé que estoy no va a durar por siempre, y por eso me he detenido y dedicado, lo más conscientemente que he podido, a disfrutar de tus pequeños logros cotidianos; la primera vez que subiste las cejas, la primera vez que te giraste y quedaste de guatita, cuando abriste la palma de tus manos, la primera vez que gritaste y después cuando dijiste tu primer "gu", tu primera risa, la primera vez que te sentaste, cuando aparecieron tus primeros dientes y cuando lograste estirarte para tomar juguetes.
Gracias por todo lo que me has permitido vivir contigo y con tu padre. Desde que llegaste a nuestras vidas todo ha sido distinto, yo no soy la misma, las cosas se han re-ponderado y a pesar de que estoy mucho más cansada, me haz hecho inmensamente feliz.