Llamemos a las cosas por su nombre
¿Será eso como una propuesta?
¿Vaciarnos para al fin encontrarnos con nosotros mismos siendo una estrella en este interminable universo?
Nunca me sentí tan lejos de la felicidad, tan desgarradoramente perdida, tan pobremente civilizada, tan en medio de todo y de nada.
Así que, asumida al fin como bestia letrada... me lanzo.
Me lanzo al acantilado para dejar de ser una amiga, una hermana, una hija, una mujer cualquiera... y escapar de todo apelativo que sobre.
Está de más decir que hoy me siento como una pieza de puzzle queriendo encajar con los legos.